Un día en la motonave Antofagasta Express de recalada en el Puerto de San Antonio.

La Marina Mercante Nacional, conectando Chile con el mundo.

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Imagen foto_00000012Por Carlos Mondaca
(Imágenes de Rubén Jeria)
En San Antonio, observar una nave entrar o salir de las agImagen foto_00000009uas abrigadas del puerto es parte del paisaje. Sin embargo, son pocas las oportunidades que tenemos de compartir con las personas que están detrás del proceso de llevar y traer los distintos productos que se necesitan para el quehacer diario: los marinos mercantes de Chile.


Nuestro país efectúa más del 90% de su comercio exterior a través del mar y eso se nota, solo en puerto de San Antonio recalan más de 1.200 naves por año y cada vez que una de éstas amarra en el muelle comienza un dinámico operativo de transferencia. Es domingo y con las últimas luces del día, la motonave Antofagasta Express arriba al concesionario STI para transferir mil contenedores que trae desde Brasil.

En su interior, 25 chilenos integran el equipo humano que a bordo del Antofagasta Express conectan a nuestro país con los mercados de América del Sur, desde Ecuador hasta Brasil, pasando por el Estrecho de Magallanes.

Durante el par de turnos que estarán en San Antonio, el portacontenedores de la naviera South Trade, heredera de la mítica Compañía Sudamericana de Vapores (CSAV) es sometido a trabajos de mantención, se abastece de pertrechos varios, embarca agua dulce y petróleo, entre otras cosas.
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Rodrigo Barrera, oficial que realizó sus estudios de marina mercante en la Universidad Andrés Bello, aprovecha la recalada en Chile para subir al portacontenedores y comenzar así su período de embarco. Atrás quedó su esposa y familia, a quienes podrá ver sólo al terminar su comisión, es decir en unos 90 días más. Sin embargo, en una nave de este tipo los días seguro que pasarán rápido, alrededor de él están ocurriendo muchas cosas en simultáneo y a veces queda poco tiempo para echar de menos.

Mientras tanto, en la cubierta principal del Antofagasta Express hay unos 15 visitantes, los trabajadores portuarios de San Antonio, quienes realizarán la descarga y embarque de los contenedores con los que la nave zarpará en demanda de su próximo puerto: Callao, Perú.

El Primer Piloto, AImagen foto_00000014gustín Arancibia, es el segundo hombre en jerarquía en la nave y dentro de sus responsabilidades está velar por la adecuada distribución de los contenedores en las bodegas del Antofagasta Express, las cargas poseen diferentes pesos y el proceso de disponerlas adecuadamente, conocido como “estiba”, es fundamental para una navegación segura.

En la proa, Jhann Ulloa, inspecciona el estado de los diversos elementos que allí se encuentran para la navegación. El zarpe es inminente y el frío de las noches de San Antonio no da tregua, el joven marino se frota las manos para entrar en calor, hace una semana atrás estaban en Brasil y aún cuesta acostumbrarse nuevamente al invierno chileno.

En la cocina del Antofagasta Express, Bernardo Campos, ayuda al cocinero a preparar el rancho – término de la jerga marítima con el que se denomina a la comida – para sus 24 compañeros de trabajo. A sus tempranos 18 años, el joven ya sintió el llamado del mar y tras egresar de la Escuela de Tripulantes fue enrolado como aprendiz de timonel en el buque. Hoy, mientras reemplaza a uno de los cocineros que está enfermo, organiza el menú con el mismo entusiasmo que ha tomado las guardias en el puente y realizado todo tipo de trabajos en cubierta. Con tan solo 4 meses de navegación en su corredera*, el más novato de la tripulación ya tiene el espíritu inquieto y la sed de aventura que caracteriza a los marinos mercantes.

Con 224 metros Imagen foto_00000004de eslora, la motonave Antofagasta Express es una pequeña ciudad flotante, en su interior están las acomodaciones para que los tripulantes puedan estar cómodos durante los períodos que pasarán en el océano sin ver tierra firme, además de los 3 mil contenedores que puede llevar en sus bodegas.

Es la hora del “rancho” y en el comedor, Rodrigo Barrera y Jhann Ulloa conversan animadamente, ambos se conocen desde los tiempos de la universidad y el recién embarcado pone al día al Tercer Piloto de los acontecimientos que han acaecido en tierra durante los últimos 2 meses que él ha estado en la mar. Por su parte, Barrera le comenta detalles de la última navegación por el Estrecho de Magallanes.
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Habiendo navegado los 5 continentes y perdido ya la cuenta de la cantidad de países que conoce, Alejandro Larravide es el Capitán de esta nave. La cantidad de tareas que tiene daría para escribir otra crónica, pero si pudiésemos referirnos a las 2 más importantes, sin duda estaría la navegación segura de un punto a otro del orbe, para que las mercancías que Chile envió al mundo a través del Antofagasta Express lleguen a destino a tiempo y en buenas condiciones. Pese a sus 31 años de experiencia en la mar y la tecnología disponible para navegación que existe hoy en día, sabe que el océano siempre puede deparar algo nuevo y no hay que confiarse. El otro desafío importante que tiene es conducir adecuadamente a un grupo de personas que está sometida a múltiples presiones, las inclemencias del tiempo atmosférico, jornadas de trabajo con poco tiempo libre, un eImagen foto_00000005spacio físico confinado y la lejanía de sus seres queridos, por solo nombrar algunas. Cuando se conduce un equipo humano que está junto las 24 horas del día, los problemas que cualquiera de ellos pueda tener son también los suyos.

En un par horas más, el Antofagasta Express pondrá proa al norte y su casco se abrirá paso entre las olas de un océano que de pacífico sólo tiene el nombre. A su encuentro saldrán vientos y temporales que al terminar darán paso a magníficas puestas de sol, en un día pueden tener diversos tipos de clima y eso es parte de la aventura que vivirán, la aventura de ser marino mercante.

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