ZARPE DE EMERGENCIA 27F, DEL ENTRENAMIENTO A LA REALIDAD

“Las prioridades nunca estuvieron en juego, eso fue lo que logramos dilucidar como familia; una vez el frente interno estuvo claro, era necesario zarpar lo más rápido posible para salvar la unidad y mi dotación.

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Felipe Berríos Molina

Haciendo un análisis, creo que los dos años anteriores de embarco en la zona austral no fueron en vano, algo sabía de emergencias reales”. La experiencia de mando de un oficial subalterno, en momentos de incertidumbre, permiten la aplicación de todo lo aprendido durante sus años de instrucción, además de someter a su núcleo familiar a los rigores que generan ciertas decisiones límites, las que marcaron la diferencia entre la vida y la muerte.

 

Introducción.
espués de la emergencia vivida en Talcahuano a raíz del terre- moto y posterior tsunami el día

27 de febrero de 2010, situación que enfrenté como Comandante de la LSG “Concepción”, tuve la oportunidad de conversar y recibir muchos consejos y recomendaciones de otros oficiales, de mi padre y comandantes en retiro, todos coincidían en que debía escribir lo que había vivido ese día como experiencia de mando, pues no podía olvidar deta- lles y siempre sería necesario contar esta experiencia seguramente única en mi vida.

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Zarpe de Emergencia.

A las 03:34 horas del 27 de febrero de 2010 ocurre un terremoto de grandes dimensiones, 8,8 grados en la escala de Richter, indicarían posteriormente los entes oficiales. La situación era caótica, la población naval ubicada a lo largo de la Avenida Jorge Montt, en la Base Naval de Talcahuano y las reparticio- nes ubicadas en el mismo lugar, habían sufrido serios daños. Luego de eva- cuar a mi grupo familiar en una difícil, pero silenciosa decisión, me dirigí a mi unidad desde mi casa ubicada al frente de la base de submarinos, y en medio de réplicas y escombros, ingresé por el Molo 180 donde estaba atracada la LSG 1611 “Concepción”.

El ambiente era de caos y destruc- ción, los submarinos reforzaban las espías, no me dí cuenta realmente de las dimensiones de la destrucción pro- ducto del terremoto, pues debí avanzar por el muelle que aún seguía movién- dose por las réplicas del sismo. Una vez a bordo, mi primera orden un tanto refleja fue la de reforzar las estaciones. La guardia estaba en el puente, me reci- bió el 2o Comandante junto a los seis gente de mar de la dotación que se encontraban a bordo. Esperaban a su Comandante, fue ahí cuando sentí lite- ralmente lo que explica el autor del libro El Arte de Mandar al señalar, “cuando las cosas van mal... se producirá una pausa repentina en que sus hombres se detienen y le miran. Nadie hablará; simplemente le miraran y le pedirán una directiva, el valor está flaqueando; Ud. debe hacerlo renacer y no es fácil. Nunca se habrá sentido más solo en su vida...”.

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En minutos el nivel del mar comenzó a bajar rápidamente, aproximadamente 3 metros, luego volvimos a subir más alto del nivel en que nos encontrába- mos al inicio del terremoto, después de evaluar junto a mi 2o Comandante la situación imperante y considerando el anormal comportamiento de las aguas, decidí zarpar, eran las 03:45 horas.

En ese momento nos dimos cuenta que éramos los primeros en zarpar. Las dudas y porque no decirlo, el miedo, inundaban cada rincón de la unidad, el puente de gobierno, la cubierta; sin darnos cuenta en la salida de la dársena nos encontramos con dos remolinos que dificultaron aún más la maniobra, las órdenes al timonel y a la máquina salie- ron como por inercia, estaba conmigo un excelente marino e ingeniero, van para él mis más altos sentimientos de estima y reconocimiento, nunca dudó en hacer todo para salvar la unidad y salir sin que la fuerza del mar nos arrojara contra el Molo 180. Realizadas las maniobras afortunadamente logramos salvar ilesos, debimos esquivar compuertas de dique a la deriva, buques y corrientes, el silen- cio era total, la cara de mi gente desde cubierta era de haber pasado muy cerca de un desastre mayor, por la radio se escuchaban órdenes y pedidos de auxi- lio, la Capitanía de Puerto de Lirquén indicaba que el agua estaba subiendo en forma rápida, el Director de Operaciones Marítimas habló por la línea advirtiendo de los peligros de un tsunami, mientras los pescadores exigían por la línea que alguien les diera alguna información, el zarpe del resto de las unidades era inmi- nente, fue así como enfilamos hacia la boca grande de la Bahía de Concepción en busca de mayor profundidad, esperá- bamos la ola, la dotación se preparaba para abandonar la unidad si ocurría un desastre mayor.Imagen foto_00000007

Por radio, comenzaron las primeras transmisiones de radio Bío Bío, eran las primeras noticias que circulaban en medio de la incertidumbre, las con- diciones de mar eran muy extrañas, la corriente en contra dificultaba la navega- ción, las comunicaciones eran por iner- cia, supimos que la LSG “Talcahuano” venía a popa nuestro, estaban a salvo, después sabríamos cómo y en qué cir- cunstancias habían zarpado. Navegamos con rumbos poco claros, me refiero a que no tenían destino, sólo esperar que de una vez por todas llegara el ama- necer, las corrientes eran diversas, las comunicaciones confusas, cada cierto tiempo, realizamos contacto con la LSG “Talcahuano”, objeto saber en qué condiciones se encontraban y si tenían alguna novedad, sufrimos la angustia de no saber qué sucedía, comenzó entonces a entrar una vaguada costera que cubrió la totalidad de la bahía, la visibilidad fue cada vez peor, la corriente en contra aumentaba. Luego supimos por comen- tarios de quienes vieron el fenómeno desde tierra, que fue ahí donde comenzó a ocurrir lo peor.

 

Las horas pasaban lentamente, las ansiadas horas luz no llegaban, final- mente pudimos comenzar a ver que había ocurrido. Envié una partida a veri- ficar el estado de la Escuela de Grume- tes, que a simple vista estaba desolada, habían evacuado a la parte alta a los gru- metes y familias de la isla; luego vimos las marcas que había dejado el mar en el sector de Punta Frontón, era impresio- nante, nos dimos cuenta de la existencia de miles de elementos que flotaban a la deriva, contenedores por toda la bahía, techos de casas, enseres, balones de gas. Fue entonces cuando me dí cuenta de la magnitud de la catástrofe, los remoli- nos se hacían cada vez más grandes en cercanías de la Isla Quiriquina, flotaban todo tipo de elementos.

Finalmente fondeamos, me desem- barqué para informar novedades y reci- bir instrucciones, ahí pude ver cómo había quedado la Base Naval y en par- ticular mi casa, la cual quedó destruida por completo en su primer piso producto de la fuerza del agua.

Pude verificar el estado anímico de mi familia, estaban bien, se emociona- ron al verme regresar, las señoras de la dotación estaban juntas en una casa, con niños y familiares, volví a bordo con instrucciones de nuestro mando, siendo designados para verificar las reales dimensiones de la catástrofe en las costas de la Octava Región, apoyando caletas e islas de la jurisdicción, pero eso es otra historia.

- El Fenómeno Natural.Imagen foto_00000002

Científicos de la Universidad de Concepción, con un equipo instalado en la costa de la Región del Bío Bío previo al 27F, registraron el paso de cinco olas con elevaciones de entre 1.5 a 2 metros, por sobre el nivel medio del mar entre las 03:45 y las 08:00 hora, (hora local). La primera ola, que golpeó la costa alrede- dor de 20 minutos después de producido el terremoto, no fue la más mortífera ni tampoco la que presentó corrientes más intensas.

Las corrientes más intensas comen- zaron a producirse cerca de las 04:30 hora, con las olas más peligrosas cerca de las 05:15, 06:15 y 06:45 horas. Des- pués de las 08:00 horas, el ADCP (Acoustic Doppler Current Profiler) continuó regis- trando olas menores hasta aproximada- mente las 19:00 horas.

La primera gran ola se irradió en todas direcciones con una velocidad aproximada de 600 km/h (hacia el norte) y 300 km/h (hacia el sur). En total, los académicos determinaron que esta pri- mera anomalía demoró 184 minutos en llegar al punto más septentrional de Chile (Arica) y 262 minutos en alcanzar el mássureño(IslaSanPedro).Entanto,hacia el Weste, demoró 48 minutos en alcanzar el Archipiélago de Juan Fernández y 102 minutos en tocar Isla San Félix.

Debido a la rapidez con que se rompió y levantó el piso marino en cerca de 500 kilómetros a lo largo de la costa chilena, se puede considerar esta zona de fractura como la fuente que originó el tsunami y, de hecho, varios modelos incorporan la zona de fractura como el origen de estos fenómenos.

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Sin embargo, no toda la ruptura presentó el mismo alzamiento del piso marino. Lo que este estudio demuestra es que, sobre la base de la propagación teórica de la primera ola y del tiempo  que le tomó en llegar a distintas zonas costeras, las zonas principales de gene- ración del tsunami estuvieron asociadas con los mayores alzamientos del piso marino. Estas zonas se ubicaron al norte y al sur de los epicentros reportados por diversas fuentes (como el USGS nortea- mericano y el Departamento de Sismo- logía de la Universidad de Chile). Según los estudiosos de la Universidad de Concepción, la fuente sur del tsunami se localizó frente a Punta Lavapié (Golfo de Arauco), mientras que la fuente norte se localizó a unos 74 kilómetros mar afuera, entre Constitución e Iloca, en la Séptima Región. De acuerdo con modelos de alza- miento del piso oceánico, en este último lugar el fondo marino subió en cerca de 2.5 metros, golpeando por debajo a una columna de agua de un espesor cercano a los 2000 metros.

Debido a la alta incompresibilidad del agua de mar, este golpe vertical hacia arriba, provocado en el fondo, repercu- tió casi instantáneamente en un alza- miento de la superficie del mar. Posterior a esto, la fuerza de gravedad hizo su tra- bajo, provocando ondas superficiales de largo período, que en cerca de 20 minu- tos comenzaron a arribar a las costas de Chile central, afectando fuertemente la zona centro sur del país.

Asimismo, determinaron que el tsu- nami presentó dos fases. La primera correspondió al levantamiento del piso oceánico, inmediatamente después del sismo, y al arribo de una onda de mediana altura en forma perpendicu- lar a la costa y sin corrientes demasiado intensas. La segunda, en cambio, estuvo marcada por la primera caída del nivel del mar en las costas y provocó las olas más altas y corrientes más intensas. Esta segunda fase fue dominada por corrien- tes a lo largo de toda la zona, debido a las condiciones batimétricas y de línea de costa, fueron afectadas por fenóme- nos de resonancia lo cual incrementó su efecto.

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Un Reconocimiento Familiar.

Nunca me había detenido a pensar lo que nuestras esposas y familias eran capaces de hacer por sus maridos y finalmente por su país, ¿eran tan espe- ciales? Hablo en plural porque nuestra experiencia, nos mostró cómo grupos familiares son capaces de ponerse de pie en la adversidad, recibiendo diver- sos apoyos de amigos, compañeros de curso y la propia Institución. Así vimos como verdaderas relaciones de amistad se forjaron en medio del desastre.

En mi caso no recibí ningún cuestio- namiento sobre mi decisión sobre ir y zarpar con mi buque. Mi esposa Claudia fue capaz en ese momento de caos, de entenderme sin más preguntas. Ahora puedo responder algunas interrogantes y comprender que las señoras también son entrenadas indirectamente, siempre preparadas para hacer frente a imprevis- tos, malas noticias, desilusiones, aplaza- mientos de fechas, largas ausencias. Todo loanteriorvaforjandouncarácterqueles permite vivir en zonas aisladas sin mayo- res inconvenientes, muchas han vivido en zonas aisladas, carentes de comodidades y con un estilo de vida que las prepara ante situaciones complejas, saber tomar el control de su entorno y salir adelante.

Vivimos una experiencia límite y sólo en minutos debimos llevar todo lo aprendido a la práctica. El costo de asi- milar que en primer lugar está la patria y el cumplimiento del deber nos cos- taron varias sesiones de sicólogos. Lo más lindo de todo es que volveríamos a hacerlo, sin dudar, y ella no me pregun- taría nada.

Las prioridades nunca estuvieron en juego, eso fue lo que logramos dilucidar como familia; una vez el frente interno estuvo claro, era necesario zarpar lo más rápido posible para salvar la unidad y mi dotación. Haciendo un análisis, creo que los dos años anteriores de embarco en la zona austral no fueron en vano, algo sabía de emergencias reales.

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- Algunas Reflexiones Sobre el Mando y Liderazgo.

El traslado de personas y apoyo de zonas aisladas, fue quizás una de las tareas más complejas que me ha corres- pondido cumplir en mi carrera; enfren- tarme a grupos de isleños y turistas en Isla Mocha, que necesitaban con urgen- cia ser apoyados, tuve que contarles que había perdido prácticamente todo, luego les relaté lo que había sucedido en el continente y que sólo podía transportar aquellas personas que en forma urgente necesitaran ir allá. Organizar a esa comunidad con la ayuda del Presidente del Sindicato local, el Alcalde de Mar y Carabineros, fue un desafío donde pude aplicar conocimientos adquiridos como Capitán de Puerto en otras zonas del país.

Muchos de nuestros impulsos, que generan ideas determinadas tienen directa relación con factores psicoso- ciales, la personalidad (características singulares del pensamiento humano), carácter (influido por la genética, edu- cación y el ambiente), sociedad en que vivimos, experiencia, capacitación y la intención, condicionan nuestro pensa- miento en un momento dado.

Es por tanto el razonamiento la solu- ción para los problemas de toma de decisionesImagen foto_00000004, ejercicio que debemos practi- car por muy menores que sean las deci- siones, en momentos de apremio, nos ayudará a salir adelante, junto a la infor- mación relevante que debemos tener a mano, la disposición mental (habilidades) y una inclinación emocional adecuada.

Ningún Comandante, cualquiera sea su rango, es un conductor mientras este título no haya sido ratificado en las mentes y corazones de sus subordina- dos. Creo haber logrado en sólo minutos lo que muchos Comandantes esperamos cuando comenzamos nuestro período de mando.

Pude comandar un puñado de hom- bres que se dispuso a salvar su unidad sin importar lo que podía pasar, sólo llevaba dos meses al mando esa noche, de ahí en adelante sentí en cada tarea que debimos cumplir, la lealtad e incondicional apoyo de mi dotación. Habíamos comprendido mutuamente que Comandante y dotación éramos un equipo y que daríamos todo hasta la vida si fuese necesario.

Es por eso que Mandar es la función más desafiante y apasionante que ofrece la carrera de las armas y no puede haber mayor satisfacción para quien lo ejerce, que darse cuenta que lo hace en forma adecuada y que sus órdenes son obe- decidas con convicción, entusiasmo y fe por los miembros de su Unidad.

Finalmente todo el entrenamiento y educación del líder tiene sin duda como meta, dejarlo apto para sobrellevar respon- sabilidades del mando durante la guerra...

“Y esta fue mi Guerra Contra la Natu- raleza”. 

Por Felipe Berríos Molina

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