El desastre de Valparaíso y el virtuoso ejemplo de San Antonio

Por qué Valparaíso dejó de ser homeport de Cruceros en la opinión del periodista Atilio Macchiavello

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Imagen foto_00000001Como la crónica de una muerte anunciada se recibió en Valparaíso la noticia que dos nuevas líneas de cruceros han decidido recalar en San Antonio la próxima temporada, lo que totaliza seis, que han optado por dejar Valparaíso con 23 recaladas confirmadas en San Antonio y 14 para Valparaíso. Una cifra que significa un duro golpe al que hasta ahora era sin competidores el llamado homeport de Chile, calidad que ya ha perdido.

 

Es el epílogo doloroso de desacuerdos que durante más de tres años ocuparon portadas debido al llamado conflicto de las “cargas limpias”.  Originado en la prohibición de la Empresa Portuaria Valparaíso de que se realicen aforos en Terminal Pacífico Sur, lo que motivó protestas del concesionario y de los trabajadores por la merma de competitividad dado que es el único terminal en Chile donde se prohíbe aforar y por la pérdida de 30 mil turnos de trabajo al año.

 

El conflicto culminó con un paro de brazos caídos realizado por los trabajadores durante el arribo de dos cruceros en la temporada pasada, lo que generó serios trastornos para los pasajeros, con repercusiones que se expandieron más allá de Chile.

 

El resultado fue que uno de los cruceros, el Norwegian Sun, decidió recalar en San Antonio. Y la sorpresa fue grande para los operadores turísticos, cuando comprobaron que el desembarco y embarco de los pasajeros fue más expedito que en Valparaíso. En el borde del muelle se dieron cita las principales organizaciones de la ciudad para recibir a los turistas, partiendo por el municipio, la cámara de comercio, representantes del turismo y de la cultura. Los visitantes fueron recibidos con un esquinazo de cueca, regalos, folletos, bufet libre, folletería turística y muy buen trato. Los pasajeros quedaron encantados y lo mismo el capitán de la nave que recibió a bordo a una delegación de la ciudad que fue a  saludarlo y darle la bienvenida. El agradeció las atenciones y manifestó su interés por volver a recalar en el lugar.

 

Valparaíso reaccionó, pero reaccionó tarde. Gracias a la intervención del alcalde Jorge Sharp se arribó a un acuerdo entre las partes. Los trabajadores prometieron no boicotear más las naves de pasajeros y se arribó a un acuerdo para construir un muelle exclusivo de cruceros como la gran solución.

 

En San Antonio, sin aspavientos, de manera silenciosa, se comenzó a trabajar a toda marcha. Puerto Central conquistó varias líneas de cruceros, seis en total e informó que invertirá $400 millones para habilitar dependencias que mejoren la atención de los pasajeros.  Por su parte el Municipio organizó una Mesa de Trabajo y de Coordinación con la Empresa Portuaria con participación de distintos actores de la comunidad, que incluye a la cámara de comercio, a las policías, a los operadores turísticos, a los trabajadores y sus organismos sindicales, a organizaciones vecinales y entidades culturales. 

 

El plan es como en otras materias -el Puerto a Gran Escala por ejemplo- ACTUAR EN CONJUNTO y potenciar un nuevo negocio que podría cambiar la cara de la ciudad y de las comunas vecinas como es el turismo de cruceros.  La meta es aprovechar UNA OPORTUNIDAD que llegó casi por azar, “caída del cielo” dicen algunos” o “traída por el mar” comentan otros. 

 

Lo que sucede es que Valparaíso y San Antonio razonan y actúan de manera muy distinta. En Valparaíso, para muchos habitantes, incluido el alcalde, los contenedores y las grúas son vistos como obstáculos que tapan la vista. En San Antonio, estas estructuras son parte del paisaje y del progreso. Ellos, ya construyeron un Mall y nosotros, aquí en Valparaíso, llevamos una década esperándolo.  Lo levantaron en el lugar más preciado del puerto y aunque los arquitectos de Santiago lo califican como una aberración urbanística, para los san antoninos es uno de sus lugares preferidos, con un patio de comidas, donde por módicas sumas, el ciudadano común puede comer disfrutando de una de las vistas más hermosas del borde costero chileno con el puerto pesquero y los terminales portuarios trabajando en un espectáculo sin igual.

 

La lección es clara y categórica. El diálogo es mejor que el conflicto. El trabajo mancomunado y consensuado siempre supera a las imposiciones de la autoridad. Una Ciudad-Puerto es superlativa a una ciudad enemiga de su puerto. No es casualidad que el alcalde de San Antonio, sea también el Presidente de la Asociación Nacional de Ciudades Puerto, entidad que busca justamente la armonía y no el conflicto entre ambas entidades. A lo que se suma una empresa portuaria que escucha a los empresarios, a los trabajadores y a los ciudadanos.

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